La obra de arte no es algo que surja por sí mismo, tiene referentes precisos en la actividad humana y en el mundo que le rodea. Quizás porque somos lo que parecemos o parecemos lo que somos lo cierto es que en un gran porcentaje somos los demás. Nuestra educación, nuestro entorno, los códigos sociales y un sin fin de elementos interfieren en nuestra manera de percibir y definir el mundo. Social y culturalmente todo parece establecido dentro de una gigantesca estructura proclive a generar un pensamiento y un conjunto de estereotipos de carácter universal que se convierten en un referente único y restrictivo a la vez que anulan la individualidad y tiende a la uniformización dentro de lo que McLuhan llama la aldea global. Si, por ejemplo, analizamos las noticias que diariamente invaden nuestro entorno, observamos que hay una confluencia y homogeneización entre los diferentes medios de comunicación que, cuanto menos, es muy llamativa. La prensa y la televisión son dos de los principales medios de información y es sintomático que siempre coincidan en la elección de los acontecimientos o noticias y lo que es aún más sorprendente, las imágenes empleadas son muy parecidas cuando no las mismas. Si nos centramos en la prensa escrita vemos que la mayoría de los periódicos utilizan las mismas o muy similares imágenes y por tanto nuestra posibilidad para recrear un determinado hecho o circunstancia está íntimamente ligada a la instantánea que aparece en el medio. Otra cuestión son los contenidos, que suelen ser divergentes debido, en gran medida, a que los medios de comunicación, salvo alguna extraña excepción, están tremendamente politizados y acostumbrados a dar un punto de vista partidista con la intención de interferir en la opinión personal de sus lectores. Es obvio que se configuran como un mecanismo de poder cada vez menos en la sombra en un mundo en el que la información se ha convertido en algo omnipresente.
De aquí arranca el trabajo del equipo Herrero&Cebrian, de la utilización de estas imágenes que forman ya parte del imaginario colectivo porque representan hechos y circunstancias bien conocidos por todos. Un tipo de pintura que se sustenta principalmente en el hecho de trasladar una imagen fotográfica recogida de la prensa escrita a una pintura en blanco y negro pero con todos los atributos de la pintura. Nos encontramos inmediatamente con un cambio de escala y de lenguaje que provocan un efecto paradójico: por una parte la distanciación y objetivación de un acontecimiento y por otra su desrealización, su disolución en el propio mensaje. Aspecto destacable de su trabajo es la intención de resaltar las cualidades matéricas y sobre todo la importancia de crear con un trazo firme, contundente, expresivo, que lo aleje de la recreación preciosista de una escena concreta. No están pensadas ni trabajadas para representar fielmente la imagen seleccionada. No hay por tanto una reproducción fiel de un hecho determinado sino una transformación de una imagen en algo nuevo aunque sí se sigue aludiendo, conscientemente, a esa noticia que nos recuerda de algún modo una escena ya vivida.
A modo de conclusión, decir que los acontecimientos elegidos dentro de la temática de su obra, en su mayoría, están muy estudiados en el sentido de que reflejan situaciones, conflictos y hechos muy concretos y presentes en la realidad social que vivimos. Hay pinturas con referencia a la inmigración, al control de armas, a la guerra de Irak pero también aparecen escenas cotidianas. En la mayoría de sus trabajos se mantiene ese deseo sutil de representar algo ya vivido en un soporte, la pintura, que va más allá de la recreación de una imagen específica. La pintura siempre se convierte en un acontecimiento en sí misma y por tanto aporta un variado conjunto de lecturas y lo que es aún más interesante, es menos concreta y más universal que la imagen que sirve de modelo o inspiración.